Con respecto a dejar de resistirse, mucho se habla de fluir y poco de qué es. Veamos si con la siguiente historia dejamos de creer que fluir es confluir:Un hombre intentaba ferozmente impedir que la corriente de un río lo arrastrara corriente abajo; nadaba, se sujetaba de rocas, de ramas; el esfuerzo era inmenso, pero se mantenía a flote de alguna forma u otra, solo que también se mantenía atorado en ese tramo del río. Pasaba el tiempo y se llenaba de pánico al ver que a muchas personas los arrastraba la corriente, pero se desconcertaba al notar que otros, incluso nadaban en favor de la corriente y que al parecer lo disfrutaban. También se sorprendía al ver a otras personas, mojadas y raspadas, pero contentas y en paz caminando por la orilla del río corriente arriba; no entendía por qué estaban tan felices y cómo no estaban en el río. En un momento en que logró sujetarse a una roca y pudo tener un poco de calma, pudo observar que una persona estaba a la orilla del río, riendo y jugando con su reflejo en el agua, le preguntó que qué hacía, que de dónde venía y por qué él no estaba en el río. El hombre le contestó: -«Yo estaba en el río, como tú, hasta que decidí dejar que la corriente me llevara; luego de varios raspones, zambullidas y sustos, aprendí a nadar en favor de la corriente y descubrí que podía dirigirme hacia donde yo quería, siempre y cuando fuera en el sentido de la corriente; fue cuando puede ver muchos remansos a la orilla y me dí cuenta que podía salir del río y que también podía caminar, correr, saltar y disfrutar de muchos manjares de la vida si me daba la oportunidad de salir del río y dejaba de luchar contra él. Ahora puedo clavarme en el río si lo deseo, porque sé que fluiré con él y más adelante volveré a salir cuando lo desee».
Creditos: Psicoterapia Gestalt Fredo Freesoul
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